TRASLATE

25 abril, 2014

MIERDA


Vaya mierda, Paco… Ya te puedes empezar a cuidar, ¿eh? Así no vamos a ningún lao… Venga beber to las noches pero es que ya ni te emborrachas. Valiente personaje… Y luego no eres capaz ni de improvisar un poco, no sé, buscarte la vida, colarte en alguna trama de intriga, buscar un papelito de secundario…

Yo sólo te digo que ya puedes espabilar, vamos, hacer algo que enganche al lector. Yo solo no puedo, ya te lo digo. Por más que distribuya comas por la frase, a ver si alguien se engancha, así no hacemos nada. Normal que los demás narradores se larguen. Mírate, si es que parece que te da igual…

Ye hincas la botella. inverosímil, digno de estudio. Ahora purito, pornete y punto pelota. Qué poca ambición, desde luego. Al final me lo acabas pegando, como siempre. De verdad que siento pena. To el día en chándal, los pelánganos de la nariz, mordisqueando el mando de la tele, ¿con la gorra del Madrid...? Pero Paco, si tú eres del Sevilla.

Ya podrías salir un poquito a la calle, ver mundo, que vas pegao a un bar desde que sales del curro. Date una vuelta, pipea un poco, fíjate en los demás, coño. El resto de personajes tiene su propia vida, sus matices, su arco de transformación… Esto es así, aquí el más tonto tiene su meta concreta, sus contradicciones, sus claroscuros. Algunos hacen deporte… Otros tienen trabajos estimulantes… O viven experiencias al límite. ¿Pero tú?

Y mira que tienes opciones, ¿eh? Que te podrías elegir -qué sé yo- un papelito corto, te instalas en un estereotipo resultón, así, viril, de los que a ti te gustan. Igual hasta meterte en alguna serie histórica de esas que dan ahora por la tele, a darte de espadazos a pecho descubierto. Eso se paga bien. Pero tú, qué va. Eres un cagón. Fútbol, motores y cubatas: sota, caballo y rey: Interviú, La Razón y Marca. Si por lo menos tuvieras el valor de reconocer cuando te engancha la epifanía… Y la afrontaras... Pero nada. Eres más duro que una piedra, eres débil. Cada mañana lo mismo y cada noche lo contrario.

Yo no sé, Paco… Quizá el problema no seas tú, sino yo. Puede que necesites otro narrador, esto ya no tiene ningún sentido. Yo lo he intentado pero... No puedo seguir así, tratando de cambiarte a ver si, así, algo cambia. Yo, de verdad...

En fin, como no dices nada… mejor me 

23 abril, 2014

EL MORFEMA SALVAJE


El morfema salvaje escupe tildes cada tres hiatos, entre coma y coma se echa al suelo y, cuando dan punto final, se recuesta bajo un árbol a hacer recuento de la mañana en el hipódromo. El morfema salvaje caza anglicismos por pura diversión, luego no se los come. Su alimentación se basa en pequeños adjetivos cartilaginosos y excremento de declinación. También caza crías de rimas asonantes y epítetos enfermos, frecuentemente abandonados por la manada en los páramos de la sintaxis. La fisionomía del morfema salvaje resulta de una flexibilidad de nivel avanzado, con un sistema adaptativo desarrollado durante milenios al que hoy se suma el auge mundial de las lenguas aborígenes de la cuenca del Amazonas, cuyo uso del morfema salvaje es bien conocido por todos. La popularidad del morfema salvaje en los principales mercados de divisas es tan histórica como inaudita; sin embargo, la población de morfema salvaje se ha visto masivamente afectada por una ola de drogadicción a los psicofármacos que neutraliza y restringe la flexibilidad y adaptabilidad de cada morfema como unidad morfológica. 

21 abril, 2014

EL BOSTEZO TARDÍO DE COLA ESTRECHA


El bostezo tardío de cola estrecha –del latín suspiratus finitae- podría eliminar todo un pelotón de soldados en menos de lo que dura la credibilidad de una excusa mal planteada. Según una la leyenda local, en el siglo pasado un batallón americano  se batía por la zona cuando se topó con la presencia de un macho adulto de bostezo tardío que los eliminó sin que pudieran llegar a verlo. De ahí, que el suceso no haya pasado de leyenda pese a la desaparición del batallón yankee.

En contraste con tales mitos, la comunidad científica coincide en definir a los bostezos tardíos de cola estrecha como seres mansos y ermitaños, mayoritariamente huidizos y, en su mayoría, proclives al desarrollo de desórdenes mentales de lo más variopinto propiciados, en gran medida, por ese mismo carácter antisocial. Su principal alimento es el zumo de traumas que al alba gotea de los techos y las vallas de los polígonos. También obtiene sustratos y minerales de las comisuras de los niños buenos y los gatos recién nacidos.

En un zoo de Tennessee, en el condado de Tennessee, conservan una fotografía de una cría de bostezo tardío que se escindió de si misma -para volver a unirse al rato- justo enfrente de la jaula de la jirafa.

Cuando sale el sol, el bostezo tardío de cola estrecha se refugia entre las notas de los acordeones agridulces que se arrastran por la garganta de los adultos sin llegar nunca a remontar la corriente faringítica hasta que al fin su anfitrión se va a dormir.

El saludo de cabeza del bostezo tardío ha sido traducido a más de 187 lenguas, siendo una de las especies amenazadas con más búsquedas en Amazon.

19 abril, 2014

MARÍA


A María empezó a crecerle la barriga un día de finales de marzo mientras almorzaba con sus amigas. Entre chisme y chisme, de pronto su vientre comenzó a hincharse ante la sorpresa de las otras mujeres. Un murmullo surgió en alguna de aquellas bocas masticantes de ojos cómplices y la noticia se propagó.
María sabía que no estaba embarazada. No podía estarlo pues, como todo el mundo sabía, era la única mujer del pueblo que aún no había probado hombre. De ello se lamentaban sus padres, que no veían la forma de desposarla con nadie; simplemente, ningún hombre la quería. Periodistas, maleantes y curiosos de toda la comarca se acercaron atraídos por el morbo. Aquella barriga virgen crecía cada día un poco más sin que nadie reclamara la paternidad del nonato.
Nueve meses después, María yacía tendida en la cama esperando a su hijo. Tras llantos, gritos y una pizca de placer, se lo pusieron en los brazos. En vez de un niño, había parido una religión.

18 abril, 2014

EL ÚLTIMO HOMBRE







El día que se descubrió todo, la condición humana aterrizó en un estado de colapso jamás visto. Lo primero fue la Bolsa, después las compañías de certezas, las PYMES, los grandes almacenes, las factorías de objetos y experiencias, los hospitales, las centrales energéticas… En efecto dominó, fueron cayendo las iglesias, los sindicatos, los ultramarinos, los negocios rurales, los quioscos, los centros psiquiátricos y de la tercera edad, las tascas de barrio, los museos…




En poco tiempo, el ocio y la enseñanza, tal y como se conocían, se convirtieron en un vago recuerdo, apenas un símbolo para algunos locos, de lo que muchísimo después se conocería como “los tiempos del bienestar desmedido” o la “era del déficit humanista”, según la corriente de pensamiento.

En las décadas siguientes, las cifras se cebaron con el Hombre: dos de cada nueve personas no cumplieron la mayoría de edad; tres de cada diez fueron desnudos toda su vida; uno de cada dos jamás probaría la carne y uno de cada tres, el agua limpia; cuatro de cada cinco no pudo jamás permitirse un hijo; y nueve de cada diez murió solo.

Más de cinco mil millones de personas fallecieron en poco más de veinte años. Los tres dieciseisavos restantes tuvieron que aprender a racionar los recursos, principalmente agua, comida y papel. Invariablemente, en poco tiempo se agotaron. La necesidad de repensar la estrategia global se impuso como una realidad en los rostros ajados de los últimos hombres.

En un pequeño pueblo de montaña, un viejo pastor disfrutaba de la soledad al margen del Apocalipsis, conversando con el rumor del riachuelo mientras recogía flores para un ramo. Llegado el momento, el viejo agarró el ramo y lo tiró a la zanja, dejándose caer tras unas breves palabras.

Desde entonces, el planeta prosiguió su marcha bajo la protección de las flores. Habrían de pasar miles de años hasta la siguiente crisis.

TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO


La chica miraba al perro, el perro a su dueño y éste a la chica. Había empezado a llover y se encontraron juntos al cobijo de un soportal cualquiera. Ahora la chica miraba al chico, éste a su perro y el perro a la chica. Hubo un acercamiento, por momentos llegaron a quererse pero volvió a salir el sol y la chica se largó arreglándose el pelo. Al chico le dolió esa última mirada entre miedo y desprecio. Cogió al perro en brazos, cerró el paraguas y decidió seguirla.

LOS DESMEMORIADOS


Ella había cumplido un mes sin fumar y me pidió una calada. Unas caladas. Le dije que sí, aunque era que no. En efecto, para cuando tiré el cigarro, ella ya había olvidado sus caladas, su ración de humo. Por fin supe que había dado con la horma de mi zapato. La quise para siempre, aunque ahora mismo no recuerdo su nombre.