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23 abril, 2014

EL MORFEMA SALVAJE


El morfema salvaje escupe tildes cada tres hiatos, entre coma y coma se echa al suelo y, cuando dan punto final, se recuesta bajo un árbol a hacer recuento de la mañana en el hipódromo. El morfema salvaje caza anglicismos por pura diversión, luego no se los come. Su alimentación se basa en pequeños adjetivos cartilaginosos y excremento de declinación. También caza crías de rimas asonantes y epítetos enfermos, frecuentemente abandonados por la manada en los páramos de la sintaxis. La fisionomía del morfema salvaje resulta de una flexibilidad de nivel avanzado, con un sistema adaptativo desarrollado durante milenios al que hoy se suma el auge mundial de las lenguas aborígenes de la cuenca del Amazonas, cuyo uso del morfema salvaje es bien conocido por todos. La popularidad del morfema salvaje en los principales mercados de divisas es tan histórica como inaudita; sin embargo, la población de morfema salvaje se ha visto masivamente afectada por una ola de drogadicción a los psicofármacos que neutraliza y restringe la flexibilidad y adaptabilidad de cada morfema como unidad morfológica. 

21 abril, 2014

EL BOSTEZO TARDÍO DE COLA ESTRECHA


El bostezo tardío de cola estrecha –del latín suspiratus finitae- podría eliminar todo un pelotón de soldados en menos de lo que dura la credibilidad de una excusa mal planteada. Según una la leyenda local, en el siglo pasado un batallón americano  se batía por la zona cuando se topó con la presencia de un macho adulto de bostezo tardío que los eliminó sin que pudieran llegar a verlo. De ahí, que el suceso no haya pasado de leyenda pese a la desaparición del batallón yankee.

En contraste con tales mitos, la comunidad científica coincide en definir a los bostezos tardíos de cola estrecha como seres mansos y ermitaños, mayoritariamente huidizos y, en su mayoría, proclives al desarrollo de desórdenes mentales de lo más variopinto propiciados, en gran medida, por ese mismo carácter antisocial. Su principal alimento es el zumo de traumas que al alba gotea de los techos y las vallas de los polígonos. También obtiene sustratos y minerales de las comisuras de los niños buenos y los gatos recién nacidos.

En un zoo de Tennessee, en el condado de Tennessee, conservan una fotografía de una cría de bostezo tardío que se escindió de si misma -para volver a unirse al rato- justo enfrente de la jaula de la jirafa.

Cuando sale el sol, el bostezo tardío de cola estrecha se refugia entre las notas de los acordeones agridulces que se arrastran por la garganta de los adultos sin llegar nunca a remontar la corriente faringítica hasta que al fin su anfitrión se va a dormir.

El saludo de cabeza del bostezo tardío ha sido traducido a más de 187 lenguas, siendo una de las especies amenazadas con más búsquedas en Amazon.

18 mayo, 2012

BESTIARIO ( #721 - PARÉNTESIS RÚNICO )


El
PARÉNTESIS RÚNICO es una de las especies más extrañas de nuestro planeta. Habita en las sombras que hacen las farolas cuando amanecen las ciudades, y se alimenta de colillas y de exhalaciones nerviosas que suelta la gente que llega tarde al trabajo. El paréntesis rúnico es una especie de código de barras en 3D. Carece de brazos y piernas, aunque cuenta con una boca diminuta en el centro, en forma de raqueta de padel, por cuya mitad abierta resbala, cual corbata, una fina lengua de varios metros de largo. Al cumplir la mayoría de edad, el paréntesis rúnico muda su vocabulario y la lengua se le cubre de velcro –ó de la mitad suave de éste-. Gracias a esta mutación, el paréntesis rúnico adulto atrapa malos humos que obtiene del malestar generalizado y los convierte en petróleo refinado. El paréntesis rúnico, de la familia de los signos de puntuación, se perpetúa como especie mediante reproducción asexual, aunque no por ello abandona las poses de tipo duro, de ser-hecho-a-sí-mismo, con las que deambula orgulloso por la urbe, día y noche, en busca de la verdadera femme fatale -esa hembra autodestructiva que le lance una bocanada de humo en plena cara-. Pero la realidad actual para esta especie es delicada, pues no hay evidencias de que exista una verdadera femme fatale. Paralelamente a su búsqueda y mientras tanto, el paréntesis rúnico se entretiene coleccionando posavasos que encuentra en los alrededores del barrio de las Huertas y La Latina. Los recolecta a toneladas por entre las terrazas, toneladas que luego usará para la construcción de grandes palacios secretos en las llamadas ‘regiones vírgenes’ del planeta -a modo de plan de pensiones-. Todo a través de complejos softwares de metaespeculación selvática. El paréntesis rúnico, como sus hermanos cirílico y hebreo, muda su carcasa vítrea cada 24 otoños y nunca vive más de 80 años humanos. Ninguna persona lo vio jamás, a mí me lo contó mi perro que se llama Dios y tiene más de dos mil años.

BESTIARIO ( #374 - COMEFLORES VOLADOR )



Durante los meses de invierno, el
COMEFLORES VOLADOR anida en lo alto de enormes baobabs centenarios en el África tropical; mientras que, en los meses estivales, migra a las cimas del Indu Kush, en el Asia central, en busca de nieve fresca para beber. El comeflores volador se alimenta de flores secas que recoge con su largo pico, en forma de tobogán trapezoidal, con el que es capaz de arrancar cientos de ellas de una sola vez -su sistema gástrico no digiere otra cosa-. El comeflores volador tiene una visión escatopédica que le permite detectar un prejuicio a cien kilómetros; y sus alas están cubiertas de un plumaje negro como fondo oceánico sobre el que, según la hora y la estación del año, la luz dibuja una rapsodia de reflejos amarillos, rojos o morados. Su particular, o mejor dicho, su heterodoxa forma de piar se asocia más a un ruido que a una forma de comunicación. Curiosamente, se tiene la creencia de que la exposición continuada al canto del comeflores volador induce a un estado de trance neuroléptico seguido de una pérdida total de pensamiento crítico y de memoria a medio y largo plazo. Según esta creencia popular, la llegada en 1897 de una expedición occidental habría desatado una lucha de dimensiones exosféricas entre el comeflores volador y el hombre blanco, de cuyo desenlace no existe constancia empírica que pueda arrojar algo de luz sobre la intensa producción del imaginario local. Meses más tarde se inventó la publicidad.