La plaza se encoge,
los ojos se llenan,
las misas se corren y
el viento alardea.
Los pasos se pasan,
el júbilo moquea.
La frente se arquea y
los viernes se borran.
La risa se aplana y
el silencio se afea,
el cenicero se ahorca y
las letras se mean.
El aroma envejece,
las putas planean,
el reloj se descose.
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