Mi Alfonso
dice que me va a llevar a San Vicente con Mercedes y los niños, que allí se
come de muerte por dos duros y que me van a sentar bien los baños en el mar.
Que tengo cara de cansada últimamente y que si ya no salgo de casa. Yo le digo
que es para mantener la piel blanca como la marquesa y que si tengo ojeras es
porque me paso las noches pegada a la radio, como hacía padre. Él se ríe y
suelta alguna coletilla para salir del paso. No le gusta que saque el tema, yo
lo sé porque se le nota; aunque no lo dice se le ve en la frente y en los
labios que no quiere hablar de ello, que no sabe.
La verdad es
que yo no creo en Dios. Necesitaba contárselo a alguien pero no quiero que
nadie en mi familia se entere. Pensé en ir a un psicólogo de esos pero al final
me he atrevido a venir aquí, que es gratis. A estas alturas no quiero hacer más
gasto del necesario. Espero tenga a bien que no vaya a dejar nada en el
cepillo, sería hipócrita después de todo.
El caso es que
ya ha insistido varias veces con el tema de la playa. Al principio yo pensé que
lo decía por decir, para animarme, y no me costaba mucho esfuerzo seguirle la
corriente. Pero ya no sé ni qué decir ni qué cara poner, el corazón se me parte
en mil cachos. Si pudiera desaparecer sin más, borrarme de sus vidas y que todo
siguiera igual... Hay que joderse... Perdón.
Disculpe, voy
a sonarme...
Es que me da
tanta rabia... Me quieren mucho, eso yo lo sé. El pequeño lleva un tiempo que
no le da la gana de dormirse si no voy yo a cantarle, menudo genio tiene... El
mayor es más tranquilo pero listo..., más listo que el hambre. Los dos me
adoran, por eso en parte esta rabia de saber que no los voy a ver hacerse
hombres.
Llevo tiempo
preguntándome porqué me siento tan culpable sólo de pensarlo... Si fuera
creyente... Y no es porque no me atreva, eso ya se lo digo.
Mire que otras
veces lo pienso fríamente y lo veo claro. No queda otra solución. Esos
tratamientos son carísimos, dicen que se te caen el pelo y hasta las uñas, que
no te controlas y que -para más inri- parece ser dolorosísimo... Total, para
acabar muriéndote de todas formas.
Yo jamás
hubiera pensado que una cosa así pudiera darme a mí remordimientos. Con lo que
yo he sido... Si alguien me lo hubiera dicho hace treinta años, le habría contestado
bien clarito, sin vacilar. Que en mi vida mando yo, para bien o para mal, y
sanseacabó.
El caso es que
tengo que hacerlo, no tengo otra opción ni tampoco mucho más tiempo, pero no sé
cómo. Por eso necesito que me ayude, para que mi familia no se entere y yo
pueda irme tranquila, sin que sufran más de la cuenta. Entiendo que esto que le
pido es para usted un pecado gravísimo pero entiéndame también usted a mí, le
ruego que lo tome como mi última voluntad.
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