Estuve durante un
rato en silencio para poder oír bien. Insultos, gritos, sillas arrastradas,
impactos amortiguados, ceniceros rotos… Después de media hora pensé que era una
suerte seguir oyendo los aullidos de aquella joven desconocida. Quería decir
que, al menos, seguía viva. Al final me acostumbré a ellos. Un rato después
volví a poner la oreja. Eran carcajadas y la tele lo que sonaba en casa de los
vecinos de abajo.
TRASLATE
29 marzo, 2014
18 marzo, 2014
PALOS, PIEDRAS Y PALABRAS
Pasado
m. Tiempo anterior al presente: Los dinosaurios vivieron en el pasado
m. Tiempo anterior al presente: Los dinosaurios vivieron en el pasado
Presente
adj. y m. [Tiempo] en que se sitúa actualmente el hablante o la acción: El presente es una incógnita
adj. y m. [Tiempo] en que se sitúa actualmente el hablante o la acción: El presente es una incógnita
Futuro
m. Tiempo que está por llegar: En el futuro la ciencia y la tecnología harán posible lo imposible
m. Tiempo que está por llegar: En el futuro la ciencia y la tecnología harán posible lo imposible
~ * ~
ESTACIÓN CHAMARTÍN,
ANDÉN 18 – AMANECER
El día en que Armando marchaba hacia el frente, los pájaros
no acudieron a piar el alba. Genoveva, la madre de Armando, lo interpretó como
un mal augurio, apoyada contra una de las altísimas columnas del andén, pero prefirió
guardarse las supersticiones para sí misma. Ya nada lo separaba de cumplir, había llegado el día.
Jóvenes patriotas de verde oliva sellaban sus bocas
contra preciosas jovencitas perfumadas, orgullosas de llorarles por la futura
ausencia. Armando esperaba al margen de la muchedumbre, sentado en su petate, callado,
con la mirada y la mente enredadas en aquella catenaria que los llevaría, a
través de mil fronteras, hasta el frente ruso.
En el mundo de Armando las cosas importantes eran
pocas y pequeñas. Las grandes ocupaban muy poquito espacio. La política, las grandes
ideas, las ideologías… Le parecía que todo eso, lo que era a él, le influía
poco o nada. Esas cosas quedaban muy lejos de su casa al pie del Manzanares. Él
jamás en la vida se habría alistado para ir a Rusia a pegarse tiros -y de
voluntario, menos- pero ya se había encargado su madre de que la
quinta generación de Armando Guerra cumpliera con su compromiso histórico de
servir a la patria. A Armando aquello le daba más o menos igual. Por ideales no
era, pero igual después podría hacerse un hueco y acabar, quién sabe, de
reservista. No era sensato descartarlo.
Lo de estudiar no le interesó nunca. Las Ciencias le
parecían cosa de listos, y más aún, de listos pudientes; mientras que las
Humanidades directamente le parecían inútiles e incomprensibles. Le hubiera
gustado echarse una chavala, eso sí, y llevarla de paseo los domingos a la Gran
Vía. Pero era muy feo –él lo sabía, como también sabía que no lucía mucho en
porvenir como ayudante de ferretero–. En cualquier caso, así mejor. No tendría
que despedirse de ninguna. Bueno, de mamá. Con tal de no contradecirla,
Armando…, lo que hiciese falta. Ya pueden llover cantos en Rusia que, por no
oírla…
Genoveva colocó una gruesa bufanda en torno al cuello
de su hijo, se estiró sobre las puntas de esparto y lo besó en la frente hasta
que el tren echó a andar. Genoveva arqueó una comisura al verlo marchar. El
andén rompió en un sonoro aplauso de despedida a los héroes. Como todos los
demás, Armando sacó el brazo derecho por la ventanilla y lo extendió en
dirección al sol, al estilo de los buenos patriotas. El cielo se llenó de
proclamas victoriosas y humo negro. Aquel día ni siquiera había sol y, muy en
el fondo de sus pensamientos, Armando simplemente pensaba en el tiempo que
pasaría hasta volver a ver un partido de su Atleti.
En ese mismo instante, la prima Lola rompía aguas en
algún lugar del Parque de la Bombilla, dejando caer al barro un cántaro lleno
de leche fresca.
~ * ~
ESTADIO VICENTE
CALDERÓN, FONDO SUR – ANOCHECER
Salvador Guerra había apostado diez mil calas a que
el Atleti ganaba en casa al Spartak de Moscú. Partido de vuelta de Semifinales
de la Champions, las gradas rugían de ilusión aquel martes. Salva tenía un
abono y la cabeza rapada. Después de acabarse una botella de Ballantine’s, entró
al campo y cantó a pleno pulmón durante noventa minutos; ahí, al frente, con su familia deportiva.
El Atleti perdió tres a dos en un partido brusco y
pobre. Sendas aficiones se citaron en la calle para el epílogo, bien dispuestos
para soltar adrenalina, frustraciones y hostias. Salva llevaba un bate con la esvástica.
Tiros ya no quedaban. La rabia de la derrota hacía salivar a los fanáticos
rojiblancos como él, y los rusos no iban a ser menos. Los de casa esperaron
bebiendo en las inmediaciones, esperando a que soltaran la liebre. Cuando la
hinchada moscovita salió del estadio, comenzó la batalla.
Salva murió junto a un coche aparcado con el pecho
hundido a golpes. Un mes después despertaría en La Paz, preguntando por las
diez mil calas que tenía apostadas a la victoria del Atleti.
~ * ~
PARQUE DE LA
BOMBILLA, CINE VERANO – NOCHE
Iván Guerra y su novia compartían la ensaladilla rusa
a cucharadas entre las sillas vacías. Sería un martes o un miércoles, uno
cualquiera, en el cine de verano de la Bombilla. No había nadie. Estaban ellos
solos, cargados de zampe y cerveza. Se instalaron en el centro y cenaron a la
fresca del Manzanares. Esa noche echaban una muy mala, la típica americanada, El último soldado o algo por el estilo.
Comando americano trasladado a país árabe para
aniquilar infieles sufre emboscada modelo vietcong y mueren todos los guapos menos
uno, el más guapo, que vuelve a su país como un héroe. A Iván le encantaba ese
tipo de películas, le recordaban a su padre, a cuando le llevaba al cine y
luego al estadio, a ver el Atleti con sus amigos. Más que recordar, Iván rememoraba
una especie de versión dulce e hipertrofiada de su padre, formada a partir de las
dos o tres imágenes mentales que conservaba de la infancia.
Iván quería ser rico a toda costa y cuanto antes, esa
era la clave. Siempre había pensado que su padre desapareció para largarse a
hacer dinero a algún otro sitio de Madrid o de España, seguramente lejos del
río. Iván era potamófobo –fobia a los ríos– y, curiosamente, había vivido desde
siempre frente a la ribera del Manzanares. Con el tiempo acabó construyéndose
una extraña relación de amor y miedo entre ambos.
En cierto modo, su demencia estaba
plenamente justificada. Cuando papá se fue, mamá se tomó una botella de DYC y
se tiró al río. Iván estaba a escasos cien metros, en el mismo cine de verano
donde ahora Julieta y él se metían mano como locos ajenos al discurso de Mark
Whalberg. La noche en la que Iván se quedó huérfano echaron Lilith, una película de Robert Rossen
sobre lunáticos y cascadas. Iván no paró de ver ríos durante más de dos horas
pero no entendió nada de aquella película. Al llegar a casa, su madre no
estaba. Tampoco lo entendió.
Cuando no se besaban, Iván miraba de reojo el escote
de Julieta y se retensaba todo entero. La película transcurrió por los afluentes
del patriotismo yankee hasta la
última escena, en la que Whalberg recibía la tan ansiada condecoración por el
coraje derrochado.
Detrás de la pantalla, entre un par de urinarios
móviles, Iván y Julieta luchaban sin protección ninguna, diciéndoselo todo muy
despacio desde los sótanos del Despacho Oval. Se oyó un largo quejido. A
continuación, Morgan Freeman Obama concluía su discurso presidencial con una
frase de agradecimiento a los miles de americanos que abandonaban sus casas para
liberar al Mundo del integrismo y la tiranía ayatollah:
—Los
palos y las piedras pueden romper nuestros huesos, pero las palabras rompen
todos los corazones.
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robert rossen
12 marzo, 2014
QUÉ MÁS DA
Bueno, bueno, bueno. Esta niña es tonta. Al final me mancha el chaquetón y la tengo que agarrar de los pelos. Juventud, divino tesoro…, verás, que como me hagas abrir la boca no sé como va a acabar esto… ¡Corchos! Ya me perdido otra vez… En fin, ni siquiera me estaba gustando; tanto Aureliano, tanto Arcadio… ya no sé ni de qué iba la historia. Y estos aparatos, de verdad, donde esté un buen libro que se quiten los nerbuc, hombre, por Dios… De verdad, oye, qué fatiga de Navidad, de regalos y de todo… Sigue leyendo, anda, sea por mirar a algún sitio… Al loro esa tía. Qué fuerte…, si le está babeando tol bolso a la vieja. Un poquito de orgullo propio, coño, y de autocontrol. Es que, ojo, qué castaña… Oy, oy, la hostia…, que me parto en cuatro, ¡qué jaleo lleva encima! Ésta se queda dando vueltas en la línea seis hasta mañana, verás. Vaya tela, vaya tela con la gente... No me la pego yo un martes desde hace yo qué sé. Puff, y ésa… Vaya cogorza lleva la amiga. Se lo ha debido pasar de miedo esta noche. Espera, si estamos a… ¿miércoles? Los martes son los nuevos jueves, Nacho, te estás haciendo viejo. Tienes que salir más… Bueno, bueno, pero si casi se sienta encima de la señora. Vaya trufa lleva... A que saco el iPhone y la grabo. ¡Toma!, y lo subo a twitter… Joder, es que está buenísima. Con ese vestidito apretado, esas medias… Si, sí, la cabrona está que se rompe. Qué taconazos… Con quién habrá pasado la noche. Desde luego, el pintalabios no se borra solo. Qué barbaridad. Y tan vulnerable, ahí, hecha un ovillo, regalándoseme... es que está para darla. Anda que el menda ese, también es para flipar, si es que…, vaya tela con la people. Qué descaro, se la está comiendo con los ojos, no pierde detalle el cerdo. Claro, ella no se cosca de la misa la media... De qué se va a enterar, si va hecha una mierda. Vamos, esto es…, ahí despatarrada con las tetas medio fuera; como para no estar el otro ahí, bien al loro. Cómo son los hombres, colega. Yo, de verdad… Coño, es que está buena, maja, está que se rompe la rubia. Porque va muy jodida, que sino le digo tres cosas… La señora ni se inmuta, no mueve un músculo, es alucinante. Le falta colgarse el ebook de la frente, o pff, comérselo. Bueno, bueno, que la rubia se despierta… A que le digo cuatro cosas, ahí, con tres pares de cojones… ¡Pero vamos...! Y el viernes me la calzo. Cinco pavos a que se baja en Moncloa. Si no se baja en Moncloa, se baja en Príncipe Pío. Si se baja en la mía, la digo algo… ¿Y si es hetero? Nunca sabes. Está tan sola… Definitivamente, a la señora se le están hinchando los ovarios, tiene toda la pinta. Se va a llevar un guantazo, ya se están mirando… ¡¡Aiba, mi madre!! Cuando lo cuente en la oficina no se lo creen. La cara de la pobre mujer es de #trendingtopic. No sólo la vomita encima, sino que luego va y le regala una rosa falsa. Qué imagen para empezar una mañana, increíble. Será cachonda, la tía… ¡¡¡Buajajajajajaja!!! El borracherón se lo pilló de vino tinto; eso, seguro. Y tú, yendo a clase de FOL, pedazo de sosa… ¿Cuándo fue la última vez que te cayó un martes en festivo, como aquí a la rubia…? Todo por cerrar la fiesta potándole el visón a una vieja. Qué tiempos… Seguro que tiene un montón de amigas y están todas tan buenas como ella. Olvídate, maja, ésta es tu parada. Va, Nachote, échale huevos. Venga, no te lo pienses. Con un par, tío… Que se está yendo, va… No jodas, hombre, si acaba de echar el hígado; no seas crío, anda, cómo vas a llegar tarde al trabajo. Te vas a perder esos pechámenes por pipa y por cagao. Flojo, que eres un flojo. Buah, pero si ya se ha ido. Si, total, ya… Qué más da.
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